Recién me reincorporo a mis actividades en la Universidad Autónoma de Guerrero luego de una estancia de una semana en Bogotá, Colombia donde tuve la oportunidad de participar como conferencista en la Universidad Libre y en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, así como intercambiar experiencias con los docentes y estudiantes de ambas instituciones educativas.
En mi Universidad así como en otras instituciones educativas de mi País es común la creación de programas educativos a distancia sin contar con la más mínima planeación de lo que ésto significa. No ya el considerar que los futuros estudiantes a distancia debieran contar con las habilidades suficientes para enfrontar con éxito este tipo de estudios y peor aún el personal académico que no es tomado en cuenta y que por lo general ignora el uso de tecnologías para la educación a distancia. Las autoridades académico-administrativas suelen menospreciar el trabajo previo que se necesita y la inversión económica-académico-administrativa requerida antes de enfrentar esta nueva opción de estudios.
Charlando con algunos amigos involucrados en este tipo de procesos, ellos piensan sobre todo en los recursos económicos, en el flujo de ingresos/utilidades que provendrán de ofrecer este tipo de programas, en la gran rentabilidad inversión-beneficio-utilidad. La educación a distancia suele caer en el típico proceso de envío y recepción de contenidos. Craso error. No existe ninguna preparación pedagógica y una adecuada planeación estratégica antes de iniciar estos programas.
He recibido invitación personal de tres Unidades Académicas con el objeto de incorporarme y/o participar como docente/asesor en programas educativos a distancia. En realidad no me es posible participar, agradezco las invitaciones. Me gustaría entender que en la Universidad se abandona la idea de improvisar, sello que ha sido característico en nuestra alma mater. Crear un programa de educación a distancia implica más que el simple hecho de crearlo. Se requiere de un trabajo multidisciplinario y una inversión en tecnologías, contenidos, tiempo para desarrollo y capacitación/contratación de personal capacitado para apoyar/impartir dichos programas. No es lo mismo un docente presencial que un docente a distancia. El llamado cambio en la Universidad no se improvisa, no se lleva a cabo ratificando funcionarios que tienen 15 o más años en cargos de alto nivel en el gobierno universitario. Esto no es cambio. Pero en el asunto que me involucra es deseable que se tome todo el tiempo necesario antes de engrosar el número de programas a distancia improvisados con que contamos en la Universidad, lamentablemente.
IMPORTANT NOTICE regarding Ray’s blogs
Hace 3 años
Muy interesante entrada en su blog...y sobre todo muy cerca de la realidad.
ResponderEliminarFelicitaciones...y ojalá muchos administradores la lean, la entiendan y a partir de ella modifiquen el rumbo de sus decisiones.
Con casi 30 años de experiencia en educación a distancia y en uso de TICEs (primero audioconferencias, luego videoconferencias, e integración de internet a finales de los años 90...) apruebo al 100% lo que escribe.
Desde ya hace tiempo he venido insistiendo para que, antes de empezar a hablar de educación virtual o en línea, todos los administradores y docentes deberían tomar un curso en línea, con las mismas exigencias que solemos aplicar a los estudiantes para que sepan que la virtualidad no es copia del método TLT y que es indispensable que los docentes se preparen para esa modalidad.
Así mismo hay que analizar tiempos, honorarios, número de personas en grupos para tutorías, selección de tecnologías dejando algo de autonomía a cada docente....
Cordial saludo,
Jean Michel Chaupart