miércoles, 24 de agosto de 2011

El recuento de los daños (1)

Dedicado a Fabi Valdés y todos mis amigos que hoy inician clases en la Universidad.

Hace casi 34 años comencé a dar clases en una Universidad. En la ciudad de México. En la entonces nueva ENEP-Acatlán. Aún lo recuerdo: Sistemas de Alcantarillado. Tercer año de la licenciatura en Ingeniería Civil. El primer día de clases fue dificil llegar. Vivía en el sur y desconocía el norte. Hacía frío, como hoy. Tomé un transporte que me dejó en una gran avenida. Después caminé y caminé. Hasta dar con el edificio, llegué preguntando. Un chico que me orientó se quedó mirándome extrañado. El también era estudiante y se veía motivado. "¿A qué carrera te inscribiste?" -preguntó curioso. "Soy profesor" -respondí. Claro, estaba orgulloso, no era exactamente profesor, sino sustituto. "Doy un Curso en Ingeniería Civil" -añadí. Y el chico comentó entre sorprendido y alegre: "¿Profesor? ¡Eres muy joven!".

Llegué al área de profesores y tomé una tarjeta para perforar mi registro de llegada a clases. En realidad no era profesor. Cursaba la misma licenciatura en el sur, en la UNAM. El titular de Sistemas de Alcantarillado me enviaba a mí a dictar sus cursos en el norte. En lugar de tomar clase con él, la impartía en el norte, donde era conocido con su nombre, me hacía llamar como él, usurpaba su identidad.

Pero yo estaba feliz enmedio del frio y la neblina, de aparecer como profesor y de pararme enfrente de los estudiantes motivados igual que yo para recibir uno de sus nuevos cursos. Y claro, estaba seguro de impartir una muy buena clase. Mi profesor de la UNAM trabajaba en el gobierno federal, como evaluador de proyectos de Agua Potable y Alcantarillado. Yo era su ayudante en mi tiempo libre. Los fines de semana me la pasaba en su casa por el rumbo del Estadio Azteca trabajando en armar nuevos proyectos, dibujar planos, escribir reportes y proyectar nuevos diseños que después él pasaría por las dependencias con otro nombre, pues él mismo sería evaluador.

En la UNAM era su alumno favorito. Cargaba sus planos, revisaba los proyectos de mis compañeros, asesoraba y resolvía dudas, tomé dos cursos con él y no necesitaba cursar el de Alcantarillado, lo conocía de cabo a rabo, podía impartirlo. Y lo hice.

Hoy, como todos los años, ingreso con melancolía en mi estudio, preparo café y escucho música para tranquilizarme mientras me conecto a la Internet y preparo mis clases. En la Universidad me esperan nuevos estudiantes que ya se han comunicado conmigo para preguntar. Están motivados y desean saber de nuevos libros, horarios de clase y si estaré en la Facultad. Estaré. Pero es un punto de reflexión. Para recordar. Y lo comparto con ustedes.

Share/Bookmark

1 comentario: